jueves, 19 de junio de 2008

Denver y June (II)

June solía mirar los posos del café. Rara vez se planteaba más que unas pocas dudas del pasado.
Sabía que los trenes sólo pasan una vez por la misma estación, que cuando se alejan es para siempre. Ella no podía concebir la lejanía en cualquiera de sus variantes sin hacer una predicción certera del asunto. Con soberbia romántica miraba a Denver hacer la cena sin percatarse de todo lo que se había perdido. June era de otra época. Reñía a los alimentos, enseñaba lecciones de moral a los andenes y se masturbaba pensando en el paso del tiempo. Cuando se conocieron, June y Denver dejaron a un lado su colección de billetes de tren sellados. Cuando se conocieron, dejaron de darle importancia a los tendales vacíos, pintaron mensajes en los muros del polígono donde vivían. Cuando se conocieron June aún tenía su sonrisa de pereza. Cuando se conocieron juraron ver pasar el tren, junto a las vías. No sabían que los juramentos como todo en la vida, caducan y se vuelven indigestos.

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