Yo no quiero que se acabe esto
de recordar y haber vivido,
prefiero la mandarina sin la piel
que habita entre mis dedos,
quiero, bien lo sabes, permanecer
en algo de tus ojos,
como buen náufrago diviso la isla
de los cocos y arroyos,
pero, ¡ves!, sigo desojando
la margarita en Nuevo México,
estoy borracho y no hay pétalos
más hechos a tu ausencia
que esas bromas que me provocan
una erección a media tarde,
y la conexión de banda ancha
no respira.
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