Suavicemos el discurso hasta hacerlo nuestro,
pon un poquito de esperanza,
otro poco de cinturones de castidad para los ausentes,
dispón de un cuenco con la amabilidad
previa a la batalla, abre la caja de condones
para que no se nos pegue eso contra lo que luchamos,
agárrate a las farolas que el viento sopla,
escupe en el suelo, no mires a la cara, cierra
las atracciones y conquista al amante incansable,
el de apellidos sin nombre,
aquél que muere entre los brazos de ciudades
de provincias.
Hace 9 años
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