La luna es un inmenso ojo de lento guiñar; una ineludible presencia que todo lo ve, recordatorio de la conciencia que mantenemos presa bajo un grueso muro de conveniencias. Dispararla es confirmar que nos avergonzamos de cómo somos, demostrar el ansia de venganza por esa dura verdad que nos separa de nuestros sueños.
La luna es un inmenso ojo de lento guiñar; una ineludible presencia que todo lo ve, recordatorio de la conciencia que mantenemos presa bajo un grueso muro de conveniencias. Dispararla es confirmar que nos avergonzamos de cómo somos, demostrar el ansia de venganza por esa dura verdad que nos separa de nuestros sueños.
ResponderEliminar