Haces buen trabajo en el almacén de los cachivaches perdidos.
Recuperas la memoria a la vez que miras por encima del hombro al explotador de
los sentidos. Miras su andar firme y cobarde y te das cuenta de que no va
contigo. Quizás acabes solo, piensas, pero mírate reflejado en el espejo y dime
espejito mágico que es lo que ves. Piensas que algún día toda esta mierda con
telarañas tendrán que ser repartidas a sus dueños. Ahora no tienes fuerzas para
afrontar una mudanza que puede llevarte muchos años. Así todo, sabes que tienes
que ir recuperando el ritmo, ser válido para que otros levanten el culo del
sillón de felpa. Tranquilo, no te meto prisa, tómate tu tiempo, allá en la
esquina del supermercado te espera ella, te mira igual que el sol mira a la
noche. Recuerda, no ahora, pero recuerda que los plazos poco a poco van
venciéndose, y que no vale navegar en aguas calmadas sin llegar a conocer las
olas. Recuerda también que hay escritores
que iluminan las calles, pero que tú no necesitas ni farolas para enseñar todo
lo que alguna vez perdió su sitio y no se encuentra.
Hace 9 años
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