Lidiakov
no quiero pertenecer a esto,
dijo un día, a estas alegrías en calores
de verano, hacinados a turnos
con tinta en alguna libreta
de alguien, al margen quiero
ausentarme, me dijo, dejar
que la senda mantenga su curso,
conquistas con los pies gastados
me complacen, no quiero
el diagnóstico, tú me entiendes,
entiendo cada palabra, desde
luego que no será el bullicio
de las esperas interminables
nuestra meta, no quiero los musgos
del desierto, no quiero
plantar los árboles de un bosque de esperanzas
taladas. no quiero, sin embargo,
los días laborables vacíos de tareas, ni fines
de semana que siempre
están comenzando.
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