Se cierran unas puertas y se abren
otras. Se lo decimos por activa y por pasiva al ruso y la negra. Intentado ajustar
las piezas en sus cabecitas estamos estos días. Que si hermanos unos, que si
ahora soy tu primo, que si tu madre es esta o la otra. No hay poesía mayor que
este puzle inabarcable. Resulta extraña la hora del recogimiento, cuartos
oscuros ocupados por respiradotas transparentes. La memoria y el anhelo del
futuro se deslizan por ese tobogán que es el aire entre los labios. Nosotros
seguimos mirando por la ventana, esperando que no pase. Sabemos que pasará,
pero nos da lo mismo, esperamos que no pase. Llevamos al ruso y a la negra a la
playa en un día de norte revolucionado. Cogimos frío pero no hay mayor
sensación de plenitud del frío en el regazo de esta suerte. Ahora la lucha por
la honestidad, por la justicia que uno no encuentra pero sabe que si no existe
se ha de crear. Ahora toca el golpe en la mesa, cerrar la oficina con la cabeza
alta. Para que luego puedan mirarte a la cara y lo sueñen estos críos de
arcilla que esperan no ser cocidos nunca en un horno de ideales. Nosotros, te
digo, seguimos mirando por la ventana, esperando que no pase el camión de la
basura con sus bidones de reciclaje.
Hace 9 años
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