A Glory.
Los barquitos de papel de percheros vacíos,
el despilfarro de algo que brilla en las fachadas,
como puertas de armarios que esconden avenidas
es el abandono.
Manojos de cabellos que te llevan a un tiempo de Dylan,
ardores guerreros de una pareja de la mano
recorriendo los absurdos panfletos de una comida a destiempo,
así es el abandono.
Sin ritmo, ni métrica, ni rimas y sin embargo es verso,
sin mástil, ni delfines, ni botas flotando y sin embargo son mares
de inmensidades como el oxígeno o un estado repleto de pobres,
así es el abandono.
Los ordenadores dentro de cajitas de galletas de amores pasados,
el discurso de un cura que se arrepiente cuando se toca,
como una mañana, como la tarde que declina en una dictadura,
así es el abandono.
La sonrisa sin la boca, el guiño sin los ojos, el sexo sin los fluidos,
palabras hermosas enterrando a la belleza bajo montones de fértiles
tumbas que se parecen a una selva, a un parque de extrarradio,
así es el abandono.
La historia de un libro, los márgenes y sus notas, el llanto de la piedra,
la ropa de segunda en cuerpos que han dejado de existir, el perfil
del aire en los flequillos de las casitas de los barrios residenciales
buscando la urbe, así es el abandono.
Un grupo vendiendo salidas al campo, excursiones y ladridos,
noches de vueltas en vagones de feria, en busca del neologismo
entre los dedos, como quererlo todo en un mundo de la nada,
así es el abandono.
Hace 9 años
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