Lo mismo eran escuelas que pesebres
ojos chatos en mirillas y puertas,
el avance del tiempo y polvo tras polvo
como enamorados en horas bajas.
Se enseñaba de los bloques de pisos
las luces de las ventanas, absurdas
lecciones de memoria aprendidas
para recitar el ladrillo de ojos
bellos como los de June en el porche
de nuestra casa. Graduados salían
como ríos de tinta seca en papel
mojado, pero no se olvida aquello
de los recortes cuando nos amamos.
Hace 9 años
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