Solían desembocar en callejas
que eran como perfumes de tristeza
ideales para fiestas con farolas
de ceniza. Era un fresco que arde en hojas
secas de un otoño como este esdrújulo.
Pero estate atento a tanta historia
que de mis labios se desprende altiva,
eran días para nosotros esos
que te dejaban una colcha sobre
el suelo y solamente un beso fiero
de un verso sonrojaba a los amigos.
Había la sangre y el ombligo, espera
si te encuentras en el relato una hada
con la barita y mis memorias, roto
todo queda ya en el desierto a solas
conmigo, como siempre comentamos
que estaría.
Eran épocas de muerte en asuntos
sin resolver con los números, cuentas
que desembocaban en las palabras
de una antigüedad que lo saboreaba
todo entre plato y plato sobre el suelo.
Intuyes un desorden en la estrofa
parecido al canto de un jovencito
herido de vida pero que muere
junto a un mar que son los nombres suaves
de todos nosotros.
Hace 9 años
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