Se escucha como la vida se entiende, esto es, observando cada movimiento torpe, metiendo las narices donde nos llaman, siendo impertinentes y claros. Así la capacidad de cambiar pedacitos de vida florece. Con la riqueza de la crítica como arma arrojadiza.
Se escucha en el encierro que deja pasar los rayos del sol a través de la ventana, sin capucha ocultando las orejas ni la expresión.
Se escucha para entender y conocer al enemigo, y pensar por un momento que el cambio desde el idealismo es posible.
Se escucha en el encierro que deja pasar los rayos del sol a través de la ventana, sin capucha ocultando las orejas ni la expresión.
Se escucha para entender y conocer al enemigo, y pensar por un momento que el cambio desde el idealismo es posible.
Se escucha con la fatuidad de quien ve llover bajo techo, permitiendo que las palabras desfilen por los oídos, pero desterrándolas de inmediato a ese rincón del olvido donde yacen los arrepentimientos.
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