Se miran las estrellas tumbado boca arriba, acariciándose el ombligo, pasando algo de frío si la noche se encapricha, en definitiva, abiertas las piernas y la mente.
Se miran para no darse cuenta de las implicaciones de las mariposas en las entrañas que pueden condicionar los pasos. Se miran en la soledad que invita a demasiadas cosas, a fuentes escupiendo el agua de los días.
Se miran las estrellas y si uno consigue ver el cielo es cuando el camino se despeja, en los astros descansan entonces los márgenes de las páginas en blanco.
Se miran para no darse cuenta de las implicaciones de las mariposas en las entrañas que pueden condicionar los pasos. Se miran en la soledad que invita a demasiadas cosas, a fuentes escupiendo el agua de los días.
Se miran las estrellas y si uno consigue ver el cielo es cuando el camino se despeja, en los astros descansan entonces los márgenes de las páginas en blanco.
Se mira hacia arriba porque resulta más confortante recrearse en la perfección de la música de las esferas que comprobar la caótica confusión que reina a ras de suelo.
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