Las cristaleras del deseo responden
a los brillos de luz de las afueras
con la humedad de las alfombras
de los despachos abandonados
a su suerte,
en las últimas horas del día.
Las cristaleras de las enfermedades venéreas,
como fueron los adoquines
de las calles céntricas de la ciudad
cuando tú y yo nos conocimos
que buscan con desesperanza droguerías.
Hace 9 años
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