viernes, 2 de septiembre de 2011

Quisiera saber las razones de tu huida,
huyendo de florecientes aceras de musgo te hiciste rana,
dejabas lejanos paisajes a tu paso en las latas
oxidadas de comida y te denunciaba Sanidad por
peligro público contra la salud. Huyendo de nada
encontraste la ausencia de la gran ciudad, los cafés
cargados que dejaban sus marcas imborrables
en las tazas esmaltadas de domingos laborables.
Así era tu trazada, el avión y el humeante rastro
de la chistera, la paloma mensajera en los estantes
de tu estudio, los destartalados dulces
en esos escaparates que eran solo disparates.
Creyentes que ruegan agnósticos principios
por los que depositar su algo. Deberes suspendidos
por los mundiales de futbol y la siesta.

Huyendo se descubre el paraíso de la nada.

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