Déjame que te describa el vuelo en reactores
y bebidas. Las chicas que deseas
hablan inglés sin academias por delante,
pero qué importancia tiene la pereza
sintáctica cuando ante ti se muestran
nubes de verdad, verdaderas aguas
transformadas en estética inalcanzable.
También te acompañan inodoros traseros
casi siempre ocupados con la lucecita
roja insolente en muestras de urgencias
pasajeras, el bajo vientre de las casas
pequeñitas allá abajo que traiciona. Hay
perfumes, es verdad, catálogos con fotos,
precios, ensueños en hombres despiertos,
en niños despiertos, en mujeres despiertas,
en pilotos despiertos y en aves despiertas
que envidian la mecánica en pleno vuelo.
Déjame, por favor, que te describa
los finales del trayecto, los que cercan
sin permiso algo así como lo que tú eres,
déjame el despegue, el “landing”
el “tomando pista para despegar,
buen vuelo”, déjame el carrito con plásticos,
las manos dormidas apoyadas
en los brazos de las butacas, déjame
lo que se aleja, lo que queda atrás, todo
instante que recuerdo en tu mirada tan lejana,
déjame que embarque y te describa
en estas salas de espera acristaladas,
como pasan las horas.
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