Los fanáticos no suben al estrado
más bien callan,
las pasiones no delatan las huellas
si te alejas o te acercas, más bien
olvidan el rastro,
los divinos entre libros y disparates
fraseológicos
no incomodan el canto de los pájaros,
más bien encierran el silencio
en jaulas negras.
Todos aquellos que en la sombra palidecen
cuando las luces se apagan
y se iluminan los escaños de la vida
son sin ser apenas nada.
Los que cercan las ventanas dylanitas
a veces limpian los cristales, a menudo
contemplan tras ellas el paso de los coches,
casi nunca muestran sus intenciones,
jamás verás en ellos persianas bajadas,
olvídan el tráfico que no les
corresponde.
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