Tic tac, tic tac. Los pechos en las manos escondidos. Se
acerca la mañana, tic tac, tic tac. Hay mensajes en el contestador desde la
noche anterior, silbidos como palabras conquistan la madrugada. El reloj
despertador luce conectado a la corriente, tic tac, tic tac. Memorias
destartaladas que todo mezclan pero que no dicen lo que apenas alguna vez
ocurrió. Es larga la primera hora de un nuevo día, tic tac, tic tac. Vuelta y
vuelta, como en una parrilla suda el cuerpo y el olor a restos del día no son
suficiente para prender la mecha. Las luces de la avenida a través de la
cristalera del cuarto alcanzan los cuadros del pasillo, tic tac tic tac. El
olor de café de la mañana, eso buscas, los celos de un nuevo día al mirar tu
rostro sonriente, el despertador que se reduce a nada cuando la ciudad
despierta, tic tac, tic tac. Acaso no fueron
para ti suficiente los poemas y los textos que te hicieron un hombre,
acaso es diferente el hacerse tarde de la noche al de la propia vida, quizá el
tic tac del recuerdo no se alimenta con la corriente eléctrica.
Hace 9 años
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