Como un canto rodado los días pasan. Esquivas los baches,
los socavones de una carretera que te lleva a nuevos destinos. Si intentas
desprenderte de las maletas, no puedes. Quisieras que el maletero oliera a
jazmines y plantas silvestres, sin embargo, es el olor de zapatillas usadas lo
que más notas cuando bajas la ventanilla. En otros tiempos, ¿recuerdas?,
estaban vacíos los asientos traseros, limpios e impolutos, perfectamente
homologados. Ahora son de otra manera, como la llave de una puerta antigua,
buscan su sitio. Peter Pan no fue capaz de superar aquello. Parece que ha de
ser complicado comprometerse a no envejecer y ver como las arrugas aparecen
cuando menos te lo esperas, y poquito a poco, dándole gas, mis críos se van
arrugando igualmente, como uvas pasas que aspiran a una Nochevieja reservada a
las uvas tersas, verdes como la juventud alguna vez lo fue.
Como un canto rodado pasan los días. Como un canto rodado,
con nada que perder, dime, ¿qué se siente? Calles vacías y destinos imposibles,
agua y aceite, vivir y sobrevivir al milagro.
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