Las caricias no dejan ver las mentiras. Son como una especie
de hechizo; un poquito de diente de ajo por aquí, otro poco de hierbabuena por
allá, tres gotas de sangre y una foto de la infancia. Se mezcla todo bien con
una coctelera y de repente uno está ciego. Lo curioso de todo esto es que la
ceguera mira, observa y calla. Es un efecto raro el que se produce cuando la
caricia es más ambiciosa y aparece por los órganos genitales. El efecto del
olvido y la ceguera es abrumador. Recuerdas que eres vino, pero que te sigues
yendo, que eres certeza pero ya no hay cuentas que valgan, que eres precioso y
sin embargo nadie quiere comprarte. Las caricias no dejan ver las mentiras, los
cafés de las mañanas no dejan ver el mar.
Hace 9 años
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