jueves, 15 de enero de 2009

Horizonte ceniza (VI)

Resulta que una vez que llegas al destino, es cuando empiezas a correr.

Apollon (IV)

Solía llamar a su representante. No le gustaban las mañanas para entablar conversaciones sobre sus pinturas. Para eso reservaba las tardes de luz y olor a urbe en plena actividad. Se recogía el pelo, buscaba el número en su libreta y cruzaba los dedos sin demasiado convencimiento. Apollon se sabía carne de cañón, el perfecto objetivo del arte camuflado en la Historia. Sin embargo, no sentía el final del camino en sus intentos por alcanzar una exposición, un hueco donde plasmar sus láminas que siempre reflejaban a June. Solía llamar a su representante como quien llama al cerrajero cuando las puertas se vuelven inservibles.