jueves, 30 de octubre de 2008

Horizonte ceniza (V)

Si deslizas uno de tus dedos por la espalda de un desconocido, entonces verás que no hay columna vertebral capaz de ofrecerte un tacto que no te pertenece.

Apollon (III)

Se cortaba las uñas viendo el televisor encendido. Viajaba siempre que podía hacia la pérdida que dejan los dedos recién arreglados. Le costaba concentrarse en las imágenes, en las noticias internacionales y apenas podía tolerar la publicidad marginal de los canales de pago. Se cortaba las uñas en silencio, oyendo el zumbido de la nevera mientras su rostro juvenil en los cincuenta reflejaba los ecos de las calles vacías. Se cortaba las uñas viendo el televisor encendido.


jueves, 23 de octubre de 2008

Apollon (II)

Apollon era un nómada moderno. Solía habitar apartamentos con paredes vírgenes y moquetas en desuso. Los buscaba cerca de los parques, céntricos y habituados a los olores de los recuerdos que adornan los nombres del presente. Enseguida, con su equilibrio vital acorde a su culo inquieto, buscaba muebles en los mercados de segunda mano. Muebles que traían consigo conversaciones de otros tiempos, reflejos de caras que el paso de las estaciones se lleva con ese silencio tan característico, agujeritos de chinchetas que anclaban las vidas de los otros en sus paseos diarios por los pasillos.

Apollon era un nómada moderno, porque sabía distinguir los pasos que quedan marcados en las alfombras para siempre de aquellos que se esfuman en las mudanzas de los grandes extrarradios.

June (VI)

Dicen que murió sola. Pero se sabe que en los últimos momentos la habitación del hospital estaba repleta de gente. Las flores abundaban comprometiendo el pasillo de la cuarta planta a mostrar todos sus encantos. El murmullo, se cuenta, era constante y se recitaron algunos pasajes de una vida plagada de idas y venidas. Se cuenta que los ochenta y tres años se visten de gala cuando un resfriado mal curado domina las estaciones. Dicen que murió sola, quizá porque el silencio no fue el suficiente como para dejar zanjadas las breves viscerales cuentas pendientes.


jueves, 9 de octubre de 2008

Horizonte ceniza (IV)

La realidad solamente tiene cabida cuando es lo último que queda.

June (V)

Ese día cogió las maletas, las rellenó de fotografías y ropa íntima y con cuidado cerró la puerta tras de sí. No miró lo que dejaba atrás, quiso evitar el reproche de las cucharas, de los cuadros, de las butacas conquistadas por el salitre de las afueras. Encaró las primeras manzanas del barrio y se juró que sería fiel a la huida. En la tienda marcó las cartas de la partida que estaba a punto de jugar. Vio pasar el tren fuera de las botellas de cerveza de esas tardes de verano. Se arrimó cuanto pudo a las vías y se quedó dormida un momento. Siguió su marcha en silencio, con paso firme, decidido, persiguiendo la estela que deja el ir quemando etapas. Una armónica anunciaba algo nuevo. Las montañas a lo lejos son la dignidad de cada huella. La rendición de su sonrisa presagia tan sólo un billete de ida.


Ese día cogió las maletas y todas las naves del polígono gritaron a los cuatro vientos su nombre.