sábado, 30 de octubre de 2010

Horizonte ceniza (XXXVIII)

Cuando sople el viento idiota, volverás a las afueras.

jueves, 28 de octubre de 2010

Reconstrucción (XIV)

Se piensa desde la marginalidad. Nunca se han de caminar los caminos ya andados ni refugiarse en refugios habitados, únicamente por seguridad, por tener todo bien atado, por no salirse de la línea que traza la frontera de lo que vale.

Se piensa desde el respeto, con las manos desatadas, con el miedo justo a cometer errores, escupiendo si hace falta al suelo y reemprender la marcha.

Se piensa muriendo en el intento, perdiendo posiblemente el respeto de la hilera alienada que siempre vigila los movimientos. Con entereza visceral y armonía en las formas, se ha de volver incómoda la imagen que uno proyecta.

Se piensa, como digo, desde la víscera, sin miedo a las palabras que denotan y connotan. Sin miedo al qué dirán de uno cuando en el fondo si incomoda uno existe.

Se piensa, al fin y al cabo, si realmente va a servir para algo todo lo que uno tiene en la cabeza y, dicen, no vale para nada.

Reconstrucción (XIII)

A los dogmáticos de corazón

Se lee siempre en la búsqueda de la verdad y de la mentira, de la verdad que puede ser mentira y de la mentira que quizá sea verdad. Siempre inspeccionando los mundos que se ofrecen, plagados de matices. Con la mente abierta y la moral vacía se lee.

Se lee algo más que la superficie, se indaga en las estructuras, en los lazos oracionales, en la intención en la selección semántica, como exploradores en un lugar virgen del estilo a niñas japonesas de no más de 13 años. Se lee pero no se respeta la virtud del texto, muy al contrario, se han de desgarrar sus atuendos, arañar su interior y dejarlo después tirado en la cuneta del bagaje literario.

Se lee desde la crítica, que no desde el criticar lo leído. La aproximación debe de ser agresiva, nunca indolente y siempre certera. Despojándose de todo concepto anterior.

Se lee igual que la moral actúa cuando su mente no se abre, esto es, a la desesperada sembrando el terror en cada una de sus huellas.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Horizonte Ceniza (XXXVII)

Uno se suicida con los actos, y asesina con lecciones de moral.

Reconstrucción (XII)

Se dejan en los autobuses haciendo gestos de despedida con las manos. Los deditos que aun pasando frío no sueltan las mochilas cargadas de víveres y recuerdos. El alboroto de lo desconocido, quizá del definitivo abrazo que incluso olvidará cuando el tiempo pase.

Se dejan en los autobuses las autoestimas y el trabajo, los prejuicios y los traumas mientras arranca el motor sin contemplaciones de ningún tipo. Mirando los rostros el soleado cielo ensombrece el frío de la tarde.

Se dejan en los autobuses lo que las lecciones de moral no pueden profanar, esto es, el idealismo de unos chicos de provincias que todavía se atreven a creer en el cambio lento de la vida, a base de dosis de suicidas iniciativas.

martes, 26 de octubre de 2010

Reconstrucción (XI)

Se miran las estrellas tumbado boca arriba, acariciándose el ombligo, pasando algo de frío si la noche se encapricha, en definitiva, abiertas las piernas y la mente.

Se miran para no darse cuenta de las implicaciones de las mariposas en las entrañas que pueden condicionar los pasos. Se miran en la soledad que invita a demasiadas cosas, a fuentes escupiendo el agua de los días.

Se miran las estrellas y si uno consigue ver el cielo es cuando el camino se despeja, en los astros descansan entonces los márgenes de las páginas en blanco.

Reconstrucción (X)

Se pierde y es mejor no pronunciar palabras que dificulten el proceso. Primero suelen venir las calificaciones innecesarias, para luego desenfundar los miedos a lo desconocido.

Se pierde entre mecedoras de antaño y fuertes insultos que nadie pronuncia pero todos acaban oyendo. En las riendas de los caballos, en los desperdicios en las basuras y en algún que otro texto artístico (o aspirante a artístico) se encuentra la pérdida, acurrucada, muerta de asco, con el horizonte final de la derrota pegado a la sien.

Se pierde asumiendo con la dignidad suficiente lo que implica, esto es, que el camino no se ha de volver a recorrer en su totalidad, y sin embargo, las hormas del calzado se desgastarán como las horas últimas de la noche.

lunes, 25 de octubre de 2010

Horizonte Ceniza (XXXVI)

Cuando ya no queda nada, quedan las cenizas.

Reconstrucción (IX)

Se ha de creer con los pies en el suelo, sin considerarse un proscrito, o peor aún, la oveja negra de un ganado de moralistas. Siempre desde las entrañas se ha de transmitir palabra tras palabra todo aquello que nos posiciona en el lugar de la existencia que ocupamos.

Se ha de creer sin ejercer nuestro derecho a la demagogia, a la postura correcta que nos determina en algún extremo del contexto. Se ha de creer creyendo que lo que uno siente es prioritario e íntimo, sin acudir a las comparaciones ni a las deducciones que acaban por explicarlo todo.

Se ha de creer desde las vísceras, simplemente es eso, sin pasar por otro tipo de argumento que nos refleja en el lago de lo correcto.

domingo, 24 de octubre de 2010

Reconstrucción (VIII)

Se escucha como la vida se entiende, esto es, observando cada movimiento torpe, metiendo las narices donde nos llaman, siendo impertinentes y claros. Así la capacidad de cambiar pedacitos de vida florece. Con la riqueza de la crítica como arma arrojadiza.

Se escucha en el encierro que deja pasar los rayos del sol a través de la ventana, sin capucha ocultando las orejas ni la expresión.

Se escucha para entender y conocer al enemigo, y pensar por un momento que el cambio desde el idealismo es posible.

viernes, 22 de octubre de 2010

Reconstrucción (VII)

A Artem

Se sostiene el hilo telefónico con suavidad, centrando siempre la atención en la coordinación de los dedos, dejando pequeños posos de conversación en la distancia, pudiendo echar de menos ciertas señales, el aspecto de los ojos o el movimiento expresivo de la boca. Se sostiene en la tormenta, en la realidad tan diversa como necesaria, mientras se desciende a otro estado de la existencia.

Se sostiene el hilo telefónico igual que se combate la lejanía, con pequeños sorbos sintácticos que a veces por rebeldía se saltan las normas. Es lo mismo, si te fijas. Si se sostiene como te digo, se siguen marchitando las plantas y envejecen las mascotas, igual que los años pasan en nosotros, pero la memoria nace y encuentra su sitio.

La memoria de aquél que olvida no es más que ruido en el hilo telefónico. La memoria de aquél que olvida es suficiente para ser protagonistas de lo difícil que resulta descolgar la línea y encontrar los recuerdos ordenados.

Se sostiene el hilo telefónico como las señales de humo captan la atención de los queridos ausentes.

jueves, 21 de octubre de 2010

Reconstrucción (VI)

Se guarda silencio como lo piden los astros. Guardar silencio no desemboca en no decir nada, en apenas pronunciar una palabra. Si así se entiende el mensaje, entonces el ruido se desvincula de todo concepto conocido.

Se guarda silencio para alcanzar sin elementos contaminantes estadios donde la consciencia y lo correcto no tienen permisos de acceso. Se guarda de la misma manera que el grial de los comienzos, esto es, sin la crítica que no es crítica, sin la excelencia que se queda en banalidad.

Se guarda el silencio no para conservarlo, más bien para exponer los preceptos básicos que nadie entiende. A veces las posturas de alternancias son pequeñas indecencias plagadas de distorsiones y ruido innecesario.

Se guarda el silencio para poder exponer al mundo las certezas que están al alcance de la mano y que nadie tiene los huevos de pronunciar sin un desmayo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Reconstrucción (V)

Se cierran los ojos sin hacer preguntas. Como lo hacen las mentes abiertas, sin remilgos, con la curiosidad necesaria para trasladarnos a otros límites. Se cierran los ojos desde la voluntad, no desde lo necesario.

Se cierran y se traspasan los tópicos manidos, las posturas de rebeldía junto al fuego, los discursos venidos a menos que nos hacen grandes. Se cierran para observar otros fronterizos surcos de la existencia.

Se cierran porque no queda más remedio, porque no se engaña a un pobre señalando la inmensidad de los montes.

Se cierran porque es la única alternativa posible para mantener la rebeldía sin masacrar el silencio con estúpidas y vacías palabras.

Horizonte Ceniza (XXXV)

Uno nace siempre en un centro histórico y muere en las afueras.

Reconstrucción (IV)

Se tiende la mano igual que el tráfico de madrugada va conquistando los accesos a los puestos de trabajo. Con la pausa que desafía a los lugares sagrados del silencio. Se tiende sin gesto alguno de intención, simplemente a oscuras con las luces de los focos y los bichitos que se estrellan en los cristales y carrocerías.

Se tiende la mano con los nudillos desgastados, sucias las uñas y la línea de la vida cercana a la especulación de los periódicos.

Se tiende igual que el demagogo al sol, con las gafas puestas y la sonrisa desagradable en el regazo.

jueves, 14 de octubre de 2010

Horizonte Ceniza (XXXIV)

Si alguna vez sales del suburbio , entrarás en las afueras.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Reconstrucción(III)

Se reconstruye dejando muertos en el camino. Hablando claro, escupiendo a la cara de los progresistas de salón; los que todo lo tienen, los que sientan cátedra ante auditorios llenos de fantoches como ellos. Se reconstruye dejando, también, vivos en el camino, despacio, con el respirar pausado. Son extraños los daños colaterales de la existencia. Así mismo, se escalan las cimas de los lápices para perecer con la palabra como única arma arrojadiza.

Horizonte Ceniza (XXXIII)

Con los dedos de la mano uno puede llegar a contar hasta diez... si se atreve...

viernes, 8 de octubre de 2010

Reconstrucción (II)

La realidad se vuelve un cuento para infantes jugando en salones amplios, con grandes ventanales que permiten ojear los bosques en algunos casos, los grandes edificios cosmopolitas en la mayoría de las veces. La realidad de los zapatos de tacón que dejan pequeñas marcas en las alfombras de las estancias.

El señor de los sueños y las pesadillas cotillea en las viviendas residenciales, se apoya en las verjas y orina cuando nadie está fisgando. Y compromete a la realidad a juegos obscenos y sexo pornográfico con los pies descalzos, en habitaciones vacías, sobre el suelo conquistado de madera.

jueves, 7 de octubre de 2010

Reconstrucción (I)

La revolución desde los muertos de hambre, la revolución en las costillas rotas del delirio, la revolución de hamacas, de la caza del señor de los sueños, la revolución de acentos sin tildes, de la pereza, del arte que conquista y se arrastra, de las lanas y las bolas en las chaquetas, de lo inmóvil, del desierto. La revolución ahora que se hace tarde y todo es abandono.