martes, 31 de julio de 2012

Diario de un cubo de basura


Es una mañana soleada con los tomates a tope. Me gustaría que se quedaran así verdes, que no se adentraran en el declive de la maduración. Supongo que es un deseo justificable ante este sol tan espléndido. Las langostas cantan a lo lejos, recita Dylan, y el sol se vuelve más intenso. Mis manos huelen a crema protectora, cosa que no acaban de entender los poetas, esto es, que el sol es dañino más allá de los endecasílabos y las estrofas prodigiosas. El sol duele, rabia por dentro y espera su oportunidad, supongo que como todos. Cuando las mañanas son como esta, uno tiene tentaciones de un sexo infinito con el compañero de viaje, pero casi ninguno de nosotros sabemos de tales conceptos matemáticos. Es una mañana soleada como pocas, la última de este periplo vacacional, mi niña sonríe con su vestido blanco, el ruso ha comenzado a despedirse, las urnas están vacías y las cenizas de nuestros cuerpos no existen.

lunes, 30 de julio de 2012

Diario de un cubo de basura


Antes de la lluvia solíamos pasear por las calles más luminosas de la ciudad. Cuando se intuían las primeras nubes a lo lejos nos acercábamos a los puestos de helados. El parque recuerdo que estaba casi desierto, era una tarde de verano y hacía frío. El heladero decía piropos cariñosos a los niños. La cantinela de las monedas sonaba en mi bolsillo y antes de la lluvia el dinero y los recuerdos, de repente.

domingo, 29 de julio de 2012

Diario de un cubo de basura


Pequeña negra y pequeño ruso. Recordadnos al pie de la montaña. Con los ojos entreabiertos esperando las señales que nunca aparecieron. Recordadnos como la derrota en la batalla sin prisioneros ni combatientes.

sábado, 28 de julio de 2012

Diario de un cubo de basura


Supongo que el tiempo va pasando muy deprisa. Es posible que todo se vuelva de un color intenso como el amor en los tiempos de penurias. A veces cuesta que el ruso y la negra no discutan. Sin embargo hoy es día de fiesta, de atracciones enloquecidas entre titiriteros y feriantes. ¿Son lo mismo? Supongo que la jaqueca de la fiesta se hará notar entre los finos dedos de los críos. Las ferias traen recuerdos que no son míos, pero que los mimo como si lo fueran. Así, recuerdo una infancia dura en medio de la radiación y la pobreza. También hago mía la época oscura de callejones e iglesias que quedaron atrás pero no están olvidados. Ahora dime si el facebook es una delicia y un arma cargada de futuro. Dime si es verdad que te escalofrías cuando aparece una pequeña entrada donde algún vago amigo tuyo te felicita el cumpleaños. Se sincero y dime por qué compartes la fachada trucada de tu vida con extraños. Deja que te diga que no vales nada, un cero a la izquierda en astros vacíos.

Diario de un cubo de basura


Vamos a empujar los vagones que la estación está llena de viajeros. Por favor, enciende los paneles electrónicos y levanta la verja de la cafetería. Dile al de los periódicos que no queremos hoy prensa deportiva. Fíjate en la avenida, apenas quedan coches en los aparcamientos y las farolas siguen encendidas. Esta vez no hagas recuentos de viajeros, ni catalogues sus maletas, imaginando sus gustos musicales a veces pierdes el norte y se te escapa alguna cuenta. El servicio de limpieza se retrasa. Hay camiones de reciclaje que se acercan lentamente. Míralos a lo lejos, míralos a lo lejos, míralos a lo lejos.  Empuja los vagones y silba la tonada de los viajeros que retornan a primeras horas de la mañana.

lunes, 23 de julio de 2012

Diario de un cubo de basura


Hay soles que parecen novelas. Hay plantas que parecen descampados. Hay taburetes que se asemejan a palabras prohibidas. Hay vistas que se pierden en las minas de los lápices. Hay palabras hermosas que parecen banderas rojas. Hay negros que parecen futuros. Hay rusos que parecen comida rápida. Hay demasiadas curvas en la autopista hacia el cielo. De repente hay ojos que parecen ajos en aceite hirviendo.  Hay juegos de manos para mutilados económicos. Hay un día por delante si miras hacia atrás, justo en tu espalda.