martes, 7 de julio de 2009

Denver (XI)

La primera vez que se tragó una espina tenía diez años. Y fue la primera vez que pensó en la dureza que le depararían los años y en los dolores de garganta venideros. Ellen le cogió por los hombros y le consoló ante el dolor que experimentaba. Intentaron extraer la espina sin éxito. Aart decidió salir en busca del médico y al rato llegó con su maletín de terciopelo y su aire de ídolo de masas.

Pasarían los años pero Denver mantuvo la entereza en cada nuevo plato de pescado que le servían en los restaurantes y banquetes. Desconfiado, diseccionaba los lomos de los peces cocinados como queriendo encontrar en ellos lo que más adelante su amigo Apollon le contaría sobre lo desconocido. Eso que existe mucho más allá de las últimas palabras.


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