jueves, 23 de diciembre de 2010

Intrahistoria (II)

Los homosexuales despejan las calles conquistadas por la nieve. Las niñas de diez años rasgan los setos de los balcones que las combustiones mecánicas riegan en el ocaso del día. Una bandada de pájaros de ciudad simula realidades naturales. Mat compra una camisa en el centro de la ciudad. Las colillas en el suelo crean mosaicos carnavalescos. Se escapa algo de moral a las afueras desde donde se puede ver el cielo. Los astros iluminan sin ninguna motivación las pintadas de los hombres dormidos. Los hombres dormidos tratan con sueños que no son suyos. Hay pupilas que no se atreven a desperdigar su decálogo por miedo a represalias. Denver se folla a June sin retórica y con las entrañas vestidas de curiosidad. Hay decenas de escolares en frases inacabadas. Los embragues de los coches se plantean la huelga. Los bomberos a lo lejos buscan el incendio prometido y los atascos se multiplican en la ciudad. June y el techo de su cuarto dialogan con el aislamiento propio de las hadas de los cuentos. Las corbatas han perdido sus favores sociales y sólo descansan los domingos. Delia se da cuenta de que es un personaje tradicional americano. Las entrevistas de las radios aspiran al silencio y al olvido. Algo se manifiesta misterioso en las papeleras recién recogidas. El jefe del barrio se deja caer en el bar de la esquina y pide una ginebra. Apollon no sabe salvo de la lejanía y ganado de obras de arte. Es cierto que Mat compra una camisa y vomita los escrúpulos en la puerta de un cine. También lo es que Denver se folla a June y sabe que las vivencias se van como el esperma hace su viaje. Delia se sabe un texto literario. Apollon y June se quedan en el cajón para mañana. Aart y Ellen hace tiempo que murieron.

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