domingo, 19 de diciembre de 2010

Entrevista Ceniza (I). Entrevista a Denver.

Publicada el 12 de Octubre de 1947, en el periódico El Ciudadano.

Me encuentro en la penumbra de un hotel de las afueras de Bryaks. Hace frío, se ven nubes que se acercan peligrosamente hacia este reducto de fábricas y hoteles de paso (¿todos los hoteles lo son?). Espero impaciente mientras Denver está pidiendo un vaso de agua en la barra del bar. Me siento tranquilo, a pesar de lo misterioso que resulta entrevistar a un personaje que ha publicado una obra tan esperada a la vez que difícil. Cuando se acerca, decido que no me gustan los rodeos y que iré al grano. Lo primero que le pregunto es sobre la vida en general, para romper el hielo como a él dicen que le gusta, sin contemplaciones de ningún tipo, directo a la herida por si hay que suturar.

Nos saludamos con un apretón de manos (es amable y mira directamente a los ojos, sin ningún tipo de complejos). Inicio el ataque.

- Usted es apenas un desconocido dentro del mundo literario actual, y sin embargo ha generado una aureola extremadamente misteriosa alrededor de su persona...

- Tutéame, por favor.

- Perdona, te decía…

- Supongo que el mundo literario para cada uno de nosotros es algo distinto. También lo es con casi toda seguridad el concepto de misterio e incluso de persona. Si te refieres a la manera en que la mayoría de los periodistas o de los lectores y no lectores han formalizado una imagen de mí, no es un tema que me preocupe. Yo sí te puedo asegurar que apenas he hecho nada, salvo desplegar sinceridad en todo lo que hago, sin importarme el resto. Ahora..

- A lo que me refería es a los comentarios que se escuchan en las emisoras de radio, las opiniones de profesionales suficientemente acreditados y contrastados…

- ..bueno, de nuevo volvemos a las categorías, a calificar a todos y todo. ¿Cómo llegas a deducir que unos profesionales están contrastados? Es lícito quemar la paja seca para obtener un buen fuego si el invierno azota con fuerza…

- Intentaré ser algo más concreto. Hay sectores de la crítica que opinan que su obra vale lo mismo que la libertad en España…

- ..umm…apenas soy capaz de centrar la conversación en términos dentro de los cuales pueda sentirme un poco cómodo…. Déjame explicarte una cosa: cuando me presenté al premio de la Universidad, que por cierto no gané, sabía que mi novela significaba algo, algo incómodo quizá, o tal vez no significaba nada, pero yo no lo creía realmente. Desde luego me sorprendió el boca a boca, los cuchicheos y las posteriores muestras de admiración por parte del colectivo universitario primero, y después de cierto sector crítico. Pero…

- Perdona que te interrumpa, pero creo desde mi humilde opinión que el punto de inflexión fue su conferencia en la Universidad…

- ¿Asististe?

- ..sí, algunos medios creíamos que podía ser un momento importante…

- Creo que quizá tuvo algo de especial, es posible. De todas maneras, esa conferencia no fue nada extraordinaria, acaso algo extraña e inesperada pero poco más.

- Su definición de lo que debe de ser una actitud idealista no dejó indiferente a nadie, de la misma manera que la forma de describir el proceso de lectura que usted practica en cierta forma desconcertó al público.

- Bueno, se podría decir que intenté aproximarme a algo que es realmente difícil de describir o explicar. El idealismo se ha entendido a lo largo de la historia de muy diversas formas. Para mí, como afirmé en la conferencia, es un acto de fe vital, es una actitud sincera y extremadamente dolorosa ante la vida, o dicho de otra manera, es un tendal sin ropa esperando una nueva colada en una casa que no está habitada. Supongo que ese símil resultó chocante, algo triste o cercano al pesimismo, pero el idealismo como yo lo veo no es pesimista, es simplemente una bomba de relojería que hace que el mundo se mueva. Mis escritos intentan aproximarse a ese concepto, a esa sensibilidad extrema que cicatriza las heridas que nos provoca el tiempo, su paso, por ponerte un ejemplo.

- Respecto al proceso de lectura, usted se definió en aquél momento como un explorador, como un buscador de tesoros…

- Bueno, eso fue una licencia que me permití después de una hora larga de monólogo. Pero sí, leer no es otra cosa que buscar, indagar, negar lo que te dicen y emprender el camino hacia la verdad, al menos la verdad de uno, que es más que suficiente.

- ¿Podría explicarlo con un poco más de precisión?

- Supongo que nada se precisa lo suficiente cuando las respuestas a tantas preguntas aún no han sido desveladas. En veinte años vuelva por aquí y pregunte por Denver Artivich Volov le estaré esperando.

Sin más, Denver me deja sentado mientras se despide cordialmente, con un apretón de manos y una palmada en mi hombro, elegante y algo sensorial. Dejo que desparezca del paisaje, y cuando eso ocurre, enciendo un cigarrillo y salgo del hotel con la zozobra cansina del periodista de provincias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario