jueves, 26 de enero de 2012

Manifiesto (borrador)


Todas las salas de espera acaban por vaciarse. Es un lugar de tránsito donde las personas, durante un periodo corto de tiempo se miran, se observan y se cotillean los vestidos, las sortijas, los pelos de las narices y los olores de final de una tarde o del principio del día.
Este manifiesto propone abandonar las salas de espera, con el único fin de no cotillear a los semejantes, no por discreción, sino por mantener la esperanza de transformar el lugar donde se vive en nuestro corto periodo de tiempo, en un lugar que no sea de tránsito, que permanentemente esté con nosotros y nosotros en él. Abandonar la sala de espera y salir al exterior con paso sigiloso y firme, sin mirar atrás, fijando la vista y el resto de sentidos en lo que denomino los márgenes de las páginas en blanco, porque página sin tinta es nuestra individualidad, virgen con el himen intacto, que muchos fabricantes de líquidos corrosivos quieren desvirgar mediante conceptos, frases hechas y realidades saturadas de microeconomía, macroeconomía, mercados, palabras vacías que cometen atropellos sexuales con nuestra individualidad capaces de traumatizarla y convertirla en una individualidad discapacitada para recomponer su existencialismo.
Salir de sala de espera, vaciarla de presencias, evitar todo contacto con los que la compartieron con nosotros, y empezar de nuevo.

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