viernes, 5 de octubre de 2012

Fábulas para la tormenta.



Es dura la lluvia que va a caer, no me cansaré de decirlo, como tampoco me canso de ver a los patos en el estanque, de recitar el verso ese que dice algo así como que nadie podrá con nosotros, pero estuvieron muy cerca. Cosas del estilo, tú sabes de lo que hablo. Si te fijas las nubes no se apartan del horizonte, como buscando cenizas se encuentran quietas, entreteniéndose haciendo sombras chinescas, cambiando de postura, cuchicheando con truenos y centellas. Es dura, amiga mía, es dura la lluvia que va  a  caer, por eso estoy construyendo este refugio contra la tormenta, incluso si te fijas se parece un poquito a Dylan. De todas formas, no te apures, incluso las tormentas pasan y se acaban reciclando en cuentos infantiles, en fábulas imposibles de creer pero que existieron, como un gran Big Fish a su manera. A veces me acuerdo de esa película de Burton, esa que a ti te dio por dejar de ver a la mitad porque no veías mucho sentido en ella. Sin embargo, te perdiste lo mejor. Cuando fallan las fuerzas aparece la magia de la sensibilidad de un idealismo caduco. Descubres que la verdad es lo de menos, que hay otras maneras de sentir la vida al margen de ella, que importa más cómo construyes que lo que construyes, que al final uno no recuerda los hechos verdaderos sino lo que se cambió por ellos. Siempre he creído que la verdad está muy sobrevalorada, que parece que todo se abandera en torno a eso y que algo no acaba de encajar. La verdad en muchos casos destruye, arrasa lo que se construye desde otro punto de vista, usando otras materias primas que no se pueden valorar, tan sólo sentir y entregar, sufrir y deleitarse con ellas en momentos puntuales. Tampoco la mentira existe de hecho, todo es una maldita fábula de estos tiempos y de tiempos pasados. Pero te decía que es dura la lluvia que va a caer, eso sí parece una evidencia, pero no tengas miedo. Sin paraguas uno sobrevive a las caladuras del invierno, sin camiseta uno sobrevive al abrasador sol del mediodía veraniego, sin pelo en la cabeza uno sobrevive a insolaciones a destiempo. Es dura la lluvia que va a caer, como es duro el coraje que demuestras cuando tu caballo no cruza la meta y ganas de todas maneras la apuesta.

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