domingo, 30 de septiembre de 2012



Si vienen a por ti estaré aquí para abrirte la puerta. Que no piensen que te cazarán como a una rata en su madriguera. Cuando vengan a por ti te tendré preparado el cuenco de arroz y soja, te acariciaré la espalda y nos sentaremos a mirar por la ventana. Que no piensen ni por un momento que te servirán de primer plato en su banquete. Cuando vengan a por ti recitaré a Neruda y te sentirás un poquito menos sola, aunque sé que no te importan los libros ni las revoluciones de mentira. Cuando vengan a por ti dejaré de comprar el periódico y me inventaré yo mismo las noticias, y te contaré mientras te duermes que un nuevo barco ha atracado en el puerto cargado de susurros que sueñan o que se multiplican los pingüinos en los sueños de los críos. Cuando vengan a por ti te contaré lo mucho que siempre te he querido y te serviré un helado de fresa y nata en el vaso que te gusta, te contaré que solo existen primas con pechos, labios y piernas. Cuando vengan a por ti no sabrán a qué atenerse, se sentirán perdidos, sucios y desamparados, y nuestro abrazo entre las sábanas dará a la partida un nuevo aire de victoria.

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