jueves, 17 de julio de 2008

Denver y June (IV)

Tenían un coche con los pilotos rotos. Con él se acercaban a los lindes de otros tiempos. La nostalgia del mar les apartaba de arcenes que en otras vidas frecuentaron. Denver solía petrificarse viendo los concesionarios del polígono. Se imaginaba la vida sin el coche con los pilotos rotos. La pena era que los concesionarios cerraron muchos años atrás tras la crisis económica. Entonces se volvieron duros los créditos, las cenas y los sueños. No era buena idea invertir en papeleras ni en visionarias puestas de largo de la vida. Sólo se hicieron ricos en esos días aquellos que arriesgaron lo poco que les quedaba a los mandos de ese coche con los pilotos rotos. Denver se lamía las heridas frente a los concesionarios moribundos de las afueras.

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