jueves, 1 de marzo de 2012

Spencer sueña. La feria llega a la ciudad y abandona el barco

Solía despertarse imaginando muros
de ladrillos, destartalados extrarradios
al son de trompetas, titiriteros en el otro lado
montando las carpas, dejando vacíos
los pozos del deseo e improntas de gaviotas
depositan en su regazo otros escalofríos
que no se encuentran en los libros de texto.
Era una división acordada con los astros,
un mundo al alcance de muy pocos, misterios
en celofanes que muerden las manzanas,
y si buscaba la caricia y la palabra, el reto
era el fracaso. El musgo de entre el cemento
se intuía pero ya era tarde, el abandono
de otra era, los ríos que bordean las ciudades
por miedo a la sequía de los campos infértiles,
todo lo adorable del olvido y la memoria
y la feria decorando los sueños de los hombres dormidos.

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