martes, 3 de julio de 2012

Diario de un cubo de basura

Hoy es de esos días en donde la tarde se vuelve plomiza y te sientes un metal con la valencia por los suelos. Al ruso y a la negra les pasa lo mismo. Si buscas alguna alternativa lo tienes que hacer a conciencia. De repente te das cuenta, así todo, que es domingo, que hay amigos que te esperan, que afrontar la vida desde las edades tempranas es un sano ejercicio. Visitamos a unos amigos junto con otros amigos, y entre hamburguesas y refrescos soñamos cada uno a nuestra manera, en nuestra parcela, viendo a los vecinos sus sonrisas y sus momentos de ensimismamiento. Suenan ecos de final de Copa de Europa, seguramente seremos de nuevo campeones, pero aún no tenemos la absoluta certeza. El ruso está pasando la digestión sobre una bicicleta, la negra marcando las cartas de su amiga de juegos. Los mayores sobreviviendo a una comida sin café nos sentimos aireados por un canto del gallo que en el corral vigila cada movimiento de la tarde. Echamos un ojo a la maravilla que corre por las terrazas y los prados resecos por este verano raro. Las tardes pasan, y las noches llegan, los tomates crecen y las plantas mueren cuando su labor cumplen, y el gol del delantero nos hace saltar de los sillones, y Dylan sí que existe y el camión de la basura no pasa hasta mañana.

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