jueves, 30 de junio de 2011

Lectura de una infancia

Había dos niños que jugaban junto a una ventana. Uno se llamaba Arco, el otro Mou. Arco elegía los juegos de las semanas, Mou aprendía las reglas y se las explicaba a Arco. Jugaban desde las primeras horas de la mañana hasta bien entrada la tarde. Arco solía perder siempre, Mou no ganaba nunca. Arco y Mou se conocieron cuando salían de la heladería de su barrio. A Arco le gustaba mucho el helado de fresa, a Mou el jaspeado con chocolate y nata. Cuando llovía recordaban ese primer encuentro, y en sus cabezas cabían todos los juegos a los que jugaban. Arco y Mou sabían que algún día crecerían y se verían menos. Mou cuando hablaban de eso prometía a Arco recordar todas las reglas de los juegos de esos días. Arco prometía a Mou seguir perdiendo aunque no fuera necesario. Mou prometía a Arco no ganar nunca, aunque tuviera el triunfo cerca. Arco y Mou eran aficionados a las manzanas. Arco y Mou eran aficionados a los poemas. Arco y Mou. Arco y Mou. Arco y Mou bajo el cielo rojo dylaniano creciendo entre mordiscos frutales y rimas imposibles.

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