martes, 7 de agosto de 2012

Del amor el suero oftálmico sabe lo suyo


Era una vieja vecina del quinto derecha. Siempre estaba paseando por los pasillos de la segunda planta, pero era del quinto derecha.  Lo mismo daba que fuera por la mañana o por la tarde, rondaba la segunda planta y se entretenía cuidando las plantas artificiales que decoraban el pasillo. Solía tararear coplas antiguas y su falda generalmente necesitaba algún remiendo. A veces la veías por la calle, pero siempre en el barrio, comprando el pan y magdalenas recién hechas. Rara vez entraba en la carnicería. Con el pescadero entablaba charlas interminables, pero salía siempre sin pescado. Era una mujer que rehuía el sol en días luminosos, siempre buscaba la sombra de los bajos comerciales. Era curioso cómo se paraba en el escaparate de la mercería donde se exponían las últimas bragas y sujetadores de barrio. Muchos de los chicos la conocían como la abuela de las bragas, debía de ser porque pasaba mucho rato observando el escaparate. Podías intuir los días de labor dónde se encontraba en cada momento, era muy metódica y a todo el mundo caía bien. Yo la conocía por la vieja del segundo, por todo el tiempo que pasaba recorriendo los pasillos de la segunda planta del edificio. Un día decidí acercarme a ella en la panadería, y le dije que si le gustaba mi perro, un pequinés cariñoso que siempre me acompaña a comprar pan.  Mi perro devora el pan y se pone caprichoso cuando el panadero se acerca con carantoñas y las migas en la mano. La vieja me miró a los ojos y me di cuenta de que los tenía de color gris claro. Me acarició el brazo y me dijo que era muy bonito, y le dio algunos coscorrones tiernos en la cabeza. Acompañé a la vieja hasta el portal, pues vivíamos en el mismo bloque, y en el ascensor le pregunté a qué piso iba, aunque yo sabía que vivía en el quinto. Me dijo que al quinto, y mientras subíamos me fijé en la bolsa de la compra y cerré los ojos. Al llegar a mi apartamento, calenté la comida, acaricié a mi perro que no se apartaba de mis pies y vi que el viento tras las ventanas estaba de cambio.

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