viernes, 31 de agosto de 2012

Verdades y mentiras


Ahora me toca a mí mirar por la ventana, recostarme en la baranda del balcón y contar los muertos y los vivos. Ahora me toca a mí encender el cigarro y que la gente me mire, exponerme a los oscuros deseos de vidas ajenas, cada calada saborear como quien saborea un helado en un parque. Es mi momento para mirar los barcos pasar y sentirme un polizón camino de alguna estrella, y por qué no, coleccionar los nombres en mi memoria. Nombres que existieron y que no, que buscaron caminos alternativos y encontraron el hotel publicitado en todas las páginas amarillas. De repente un sueño, y de repente los ojos abiertos, y los nombres siguen a su bola desmontando aparatos que atraen a los rayos. Ahora me toca a mí rebuscar en la basura y encontrar alguna perla, dar el golpe en la mesa y disimular cuando la pata se rompa, exprimir con pasiones cultivadas los cítricos que encuentro en los paseos y los mundos que no son el mío. Ahora me toca, es mi turno, y grito Denver y grito June, y el hilo telefónico que no cesa, y el turno de la cola del pescado que me hace ejercitar la paciencia. Ahora que me toca, que lo haga firmemente, que no evite carreteras secundarias y me lleve a los mismos destinos que alguna vez imaginamos en nuestro álbum de fotos. Ahora me toca a mí ser vida de otros en mi balcón, dejar las puertas abiertas y prometer a desconocidos que seguiré escondido sin hacer ruido.

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