miércoles, 15 de junio de 2011

Retrato

Algo de eso no se toca. Los huevos en las cestas no se tocan. La princesa que busca sangre azul no se toca. Aquello que quiso ser algo más que horas no se toca. Los estorbos arquitectónicos de las calles que buscan el misterio no se tocan. Dados de la suerte mezclados con tabaco y sal no se tocan. Progresivas series en reactores que vuelan seguros de sí mismos no se tocan. Como los violines de orquestas de tapeos y bares de barrio, no se tocan. La chica de la feria del país del norte no se toca; ni los tactos altivos de mercaderes en busca de deseos que vender, claro que no se tocan, las cuentas no se tocan, los desfalcos del alma no se tocan, olvídate de la memoria que no perdona, esa tampoco se toca, no se tocan las notas de los troncos desperdigados en el paisaje, no se toca ni acaricia el ladrido de los salvajes precios netos que se pagan en las fronteras, en las fronteras digo del camino largo sin ti, no se tocan las campanas sin campanarios, no se tocan, créeme, no hay atrevido que desafíe la negativa de la carne de los huesos, las manzanas que enseñan poesía no se tocan, los amaneceres de las minas perdidas en los montes no se miran, el florecer del bucolismo anacrónico no se toca; entiéndeme cuando niego la melodía del ausente, las primeras notas de una obra que viene de lejos con llagas en los pies, sé cauto cuando oigas el canto que nadie toca, desconfía si tus pies interiorizan el baile y te incomodan, escupe los vestidos de gala para salones que aún no están preparados, no se tocan las lámparas cuando se acciona el mecanismo, el mecanismo digo, de los esfuerzos estériles por dar cabida a la persecución de los silencios racionados.

1 comentario:

  1. Siempre es preciso elaborar una lista de intocables para sentir la satisfacción de la culpabilidad al asirla a manos llenas.

    Sin normas, no existiría el placer del transgresor.

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