viernes, 9 de diciembre de 2011

Sin título. La feria llega a la ciudad y abandona el barco

Éramos jóvenes y amábamos como sillas de ruedas
sin la certeza de otras formas de entregarse a la aventura
del escalofrío, de los pelos en punta,
nos comíamos el mundo a bocados y nos entregábamos
al placer de la carne igual que la bandera blanca
se entrega en la batalla,
¿qué memorias permanecen de esos amores arrugados
que no conocieron las luces de colores mugrientas de la feria?
Ahora no sabemos lo que somos, quizá viejos del mundo
que limitan su actividad a planificar un próximo
verano, pero míranos entre las redes, mira el amor
de los mordiscos, el de las embestidas salvajes en medio
de la nada, déjame decirte que pocos años quedan
y que sin embargo hoy amamos como un concierto de rock duro,
igual que el último suspiro de un ahorcado,
de la misma manera que los huracanes tropicales,
que antes fueron sencillos temores las pasiones
una por una, encontradas entre los depósitos de basura
en las afueras que eran nuestras entrepiernas,
labios ajados por el desuso, ahora mira que para mañana
apenas queda nada de esos cobardes amantes de un capricho
que nunca hicieron suyo.

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