martes, 13 de diciembre de 2011

Sin título. La feria llega a la ciudad y abandona el barco

A veces se presenta Denver en mis sueños
y mis nervios hacen el juego sucio a mis instintos,
sudo sobre la almohada y la luz
de la mañana ilumina mis pies al descubierto,
dime Spencer, ¿ qué significado he de encontrar
en esta duermevela de días laborables?
Y no vuelvas a lo de siempre, que me cansan
tus juegos de manos de extrarradio, sabes
que hablo en serio, que me gustaría saber
algo más cercano de ese tipo que mantuvo en vilo
a muchos de vosotros,
¿por qué siempre es el horizonte sin el mar,
el cuchillo sin el filo lo que me ofreces
cuando me despierto de la duermevela?,
volveremos a la biblioteca si tú quieres,
querido mío, pero sabes bien
lo que flaquea de esta ensoñación pasajera
que es despertar cansado.
Conocerse en las edades primeras hace que
sean las despedidas las verdaderas mareas
de este mar en calma, pero siempre Denver
acaba por plantarse en mis rodillas,
y creo que fue dichoso, que dijo barbaridades
ante la luna llena y se sintió cercano
a algo que aún sigue buscando, y todo
por un sueño, por ocho horas de aspiración
al descanso, por cuatro monedas
de mentira para comprar el mundo de las postales
y las tintas que no secan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario