jueves, 9 de febrero de 2012

Manifiesto (Apuntes)

Las redes sociales auditan la acción, adormecen la esencia imprescindible de toda revolución que pueda cambiar el futuro. Es una gran paradoja pensar que las movilizaciones sociales efectivas tienen su trampolín en un trozo de madera flexible que representa la atrocidad del sistema. Ese trampolín de madera que hace las veces de Gran Hermano, del real, del que controla cada movimiento subversivo, cada leve insinuación de molestia, cada amenaza que pueda hacer que se tambalee su posición en la realidad capitalista asentada.
La revolución ha de partir de la clandestinidad, de los cuartos oscuros con bombillas colgando de los techos, no a la vista de cientos de técnicos y ejecutivos que auditan las conversaciones. Uno no ha de confiar, si quiere que las cosas cambien y que la sociedad se movilice, en la cara amable y traicionera de las plataformas sociales. Son la cárcel para la libertad del individuo, aunque el individuo se sienta más libre en ellas que en la vida misma; presentan la soledad al individuo disfrazada de amigos virtuales, que de nada se conocen y nada comparten salvo irrealidades, pero que hacen que la sociedad deambule en solitario por las ciudades; en resumidas cuentas, minan el componente existencialista necesario para la revuelta, para la queja, para la acción, pero lo hacen con la suficiente habilidad como para vendernos la libertad y la protesta.
La red social es otra arma más del sistema para adormecer las mentes y las sensibilidades. Ustedes plantéense si la revolución es posible que parta del control de organizaciones que sólo aspiran a entrar en bolsa y a generar ingresos y beneficios suficientes para dominar virtualmente, porque es la única manera de hacerlo, el sistema actual opresor capitalista.

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