martes, 21 de febrero de 2012

Sin título. La feria llega a la ciudad y abandona el barco

¿Cómo distinguir un pelícano de un mal sueño?,
¿cómo una película de ensayo de un almirante marino?
A veces confundo las estrellas con las baldosas
y adoquines, otras me tropiezo con recetas de cocina
creyendo que son manifiestos de otros amores y otras
latitudes. ¿Cómo encargar una carta si la confundo
con los escalofríos de una boca que escupe más que habla?
Solíamos pasear por el botánico disfrazando
los cactus con vueltas a casa entre risotadas obscenas,
éramos tú y yo sin redes bajo los pies ni seguros
médicos, de la muerte no sabíamos nada y éramos
felices. ¿Cómo distinguir lo de dentro de lo de fuera,
los frutos secos de los troncos de los árboles? A veces
era un reto irresoluble dejar claro que los patos
descansaban en un estanque y no entre boletos
y loterías gitanas. Las dudas no sembraban
en nuestras palabras que eran amantes del sueño
y de la vida, ¿cuándo fue la primera vez que me dijiste
que la gente se muere?. No recuerdo el momento,
quizá lo confundo con aquellos bajo las lluvias
de la feria del país del norte, tenías la falda estampada
y se la regalaste a unos críos, mientras hacíamos
de todo en aquella habitación de hotel que parecía
un camarote sin vistas al mar. ¿Cómo se distinguen
los años idos?,¿ cómo es posible entender que se van yendo
las leyendas juveniles?,¿ cómo comprender
que lo dimos todo por la causa y nuestros fluidos del estío
nos recordaron que estábamos vivos, y que
realmente era verdad el salto al vacío de nuestra piel dormida.

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