miércoles, 3 de agosto de 2011

Diary of something strange

La mayoría de las veces son otros los que hablan desde una lejanía que cobra vida. Pero si me esfuerzo con verdadera intención aparezco yo mismo entre tanto paso del tiempo. Déjame que me mire y te describa lo que veo. En qué me he convertido no es tarea fácil de acometer. Intento reconocerme entre pueblos soleados y la cara barbilampiña que invita a adivinar la manera en que poco a poco ha ido todo aconteciendo. La camiseta si te fijas no es de marca, es más bien de un material muy lejano de las caídas de la moda. Tiene alguna mancha, cercos aún húmedos de babas y tierra, intuyo que estaba en un descampado rodeado de vacas y amigos. No te sientas engañada si no los ves, pues aunque la pandilla de jóvenes intrépidos anduvo a sus anchas cuando la juventud era la seña, el solitario poso del hombre nostálgico siempre se mantuvo conmigo. Fíjate ahora en los ojos, si los miras con detenimiento apenas vislumbran el brillo que ahora apresan, antes lo buscaban, el brillo digo, por cada rincón de la adolescencia, y en esa búsqueda hacían añitos todo lo que encontraban a su paso, incluso la melancolía podía salir maltrecha. Claro que estaban los amigos, todos ellos catalogados en la cercanía en la lentitud de la distancia. Pero siempre aparezco en solitario cuando cobran vida los retazos que delante de tus narices admiras. Me gustaría que fuéramos un poco más allá, a ese autobús plateado y plagado de reflejos que llevó a la imagen esta de la que hablamos lejos, o al menos eso me parece a mí ahora, aunque lejos y cerca son conceptos que se van distorsionando con las arrugas y la redención con la vida. Pero si nos centramos en ese viaje puede que entiendas que los campings sin tiendas de campaña son urbes igual de nocivas que la que ahora habitamos, sólo caravanas y ruido no son capaces de hacernos llegar a donde ese autobús me dejó con una mano delante y otra detrás pero con la plaga de sueños inundándolo todo. Ahora me dirás que los sueños es un tópico que hace mucho tiempo que evitamos, y no te falta razón. Pero aquello era otra cosa, tú sabes que los sueños nacen de la juventud y mueren de pena por dejarla atrás. Ese autobús lo sabía, como también sabía que la lluvia inglesa sólo moja a los corazones que quieren volver; .el mío, el de esa imagen que tenemos ante nuestros ojos no quería volver si bien sabía que la vuelta es como la muerte, siempre acaba ocupando su sitio. (continuará).

1 comentario:

  1. Los sueños nacen de la ingenuidad y se marchitan al contacto con la realidad.

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