miércoles, 2 de noviembre de 2011

Canción de amor de Spencer y Mika, de "La feria llega a la ciudad y abandona el barco"

Miraban los neones y la suciedad de las carpas
y no veían el romanticismo,
apreciaban los padres que se fueron en los giros
y el olor a bragas sucias de gitanas,

se dejaban en cada beso las heridas del pupitre.

Miraban los neones con la perplejidad del que abusa
de los miembros abiertos,
de par en par, como se arranca el vello
de una muñeca que se adopta en una tómbola,

se dejaban en cada beso las heridas del pupitre.

Miraban los neones para poder ver el futuro
sin vísceras adscritas a una hembra fatal
con tatuajes, banderas blancas
del aullido de la juventud que se muere a oscuras,

se dejaban en cada beso las heridas del pupitre.

Miraban los neones para no descubrir lo que se intuye
con los primeros aullidos de un orgasmo,
no eran cobardes pero cerraban los ojos cuando
disparaban a los patos con el sexo en ventanilla,

se dejaban en cada beso las heridas del pupitre.

Miraban los neones y se juraban los amores que duran
hervores del iceberg que era sus nombres,
sus caricias bajo cero rozando las telas interiores
bordadas con flujos y cariños,

se dejaban en cada beso las heridas del pupitre.

Miraban los neones mientras se hacían mayores,
las pelotas de colores iban resultando lo siguiente,
los rizos y las pecas, el llanto en maletas de cuero
por tan solo dos cartones de aquél bingo,

se dejaban en cada beso las heridas del pupitre.

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