jueves, 21 de junio de 2012

Años hechos añicos

Hay rumores que siembran la duda,


que me sitúan fuera del polígono y cercano

a las vísceras, sobre mí se vierte

el sentido que hierve y es mentira.

Dicen que cuelgo los teléfonos, que no hay

hilo telefónico capaz de abrazar

la memoria nuestra, que decrece el deseo

de aviones que parten y plazas vacías,

hay rumores que se acaban ahogando en un río

sin sonrisa ni mueca en la desembocadura.

Que sepan que no dejé a un lado

la pistola en la nuca ni los pisos vacíos,

que busqué a Denver y a June en los rincones

de mi alma, que quise ser Apollon y no supe

marcar las cartas, que sepan que odio aún

y puedo hacerlo, que quiero aún y no declina,

que sepan que lo daría todo por una sonrisa

rusa que transmita una verdad inconfesable,

que sepan que las carreteras secundarias

mueren en este sueño, que no renuncié a la caricia

de una mano sin rostro, de desconocidos

esperé la siguiente parada, que sepan

que sueño y maldigo, que los delfines

ocupan lugares comunes a mi dicha, que sepan,

llega tarde la menopausia de mis ojos,

que ocurre de vez en cuando la revuelta

de mis escalofríos dormidos, que siento

pleno terror a la idea de estar solo,

que no hay soledad mayor que una June

en un descampado de afectos.

Que sepan que no me vendí en la contienda,

que hubo otros que dieron la paz

a los malvados, que sepan que rehuí el camino

transitado, que busqué espinas y encontré

algodón y Dylan, que husmeé en las basuras

de este sueño y pillé la lepra,

que sepan que nunca estuve en venta y así sigo,

que sepan , que sepan, que sepan

que los tiempos no se cambian con intenciones vacías,

que la pena se deja en casa

si a cambio las vueltas del planeta se resienten.

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