lunes, 25 de junio de 2012

Diario de un cubo de basura

Los hilos telefónicos, como siempre, de pasada, haciendo el circo con una carpa de luminosos cielos rasos, malgastando la paga entre los barrios pudientes de la ciudad, despreciando la gravilla y alojando en el interior de los críos el idealismo del momento. El hilo de lo injusto, la memoria que se aleja, el hilo de las persianas entreabiertas. Es de los que no quiere una tarea
por las mañanas, no quiere que molesten a los árboles las ramas, no quieren que decida nadie por uno, es el hilo telefónico de los desamparados, de los que han encontrado refugio en un cubo de basura. Glor y el ruso, que no huelen a peladuras ni a agua turbia, que cierran las puertas de este antro contra la tormenta, que han conocido los huracanes de arena de este desierto de occidente. Los hilos telefónicos que esperan la comida, que hacen lo posible por aguantar el hambre y los recuerdos. Glor y el ruso, el Arturo de los cuentos infantiles, el que si roba los bancos se engrandecen los sueños, el que de todo hace de la vida un pasaje interminable.

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